Entre las muchas y justificadas e inteligentes protestas que el despido injustificado de Aristegui ha provocado (y las vergonzosas justificaciones de este acto arbitrario por parte de Televisa-PRISA que han hecho, ay, algunos comunicadores que se decían decentes), llama mi atención el argumento que presenta Epigmenio Ibarra en su columna en Milenio Diario. Algunas frases destacadas, y la liga al texto completo dando clic al título de la columna.
Epigmenio Ibarra
El affaire Aristegui: una concesión en manos extranjeras
Milenio Diario, 11 de enero de 2008
Mal comienza el año sin la voz de Carmen Aristegui todas las mañanas en la radio. Al tiempo que atentan contra la libertad de expresión al cerrar un espacio informativo, que era ya referencia obligada, y tanto que se volvió la fuente de muchos titulares de la prensa escrita, los directivos de XEW se pegan un tiro en la sien. Allá ellos, sin embargo, si quieren suicidarse.
(...) Los empresarios de los medios masivos de comunicaron además de hacer negocio tienen la obligación de prestar, con ese bien público concesionado, servicios a la comunidad. Uno de esos servicios; vital por cierto, es el de la información periodística. Desgraciadamente las corporaciones han tomado por costumbre usar los noticieros como arma política y establecer criterios editoriales que tienden mucho más a favorecer los bolsillos e intereses de los dueños del medio que las necesidades de la sociedad. No se puede, ni debe, silenciar así, nomás, de un plumazo, a quien se ha destacado tanto y de manera tan brillante y consistente en su labor periodística como Carmen Aristegui. No se puede, ni se debe callar, a quien, además, ha servido al mismo tiempo a la empresa que la contrató como al público que la escucha. No se puede, digo, hacer algo así —aunque se hace frecuente e impunemente— sin atentar contra la naturaleza misma de la responsabilidad que implica operar una concesión.
Los señores de Prisa tienen que rendir cuentas por esta acción de censura; porque más allá de todo eufemismo y dada la naturaleza del programa de Carmen, de eso se trata: de un acto de censura. (...)
“A mí que me esculquen”, dice Juan Ignacio Zavala y, en efecto, de eso se trata. De exigir a la administración de la XEW, de exigir a Prisa, que rinda cuentas de sus actos. Es la hora de saber por qué artes un medio de comunicación es operado por una empresa extranjera. La Constitución, se supone y no tengo noticias de que haya sido modificada, establece el control nacional sobre el espacio radioeléctrico. Las empresas españolas son expertas —ahí está el caso de Francisco Gil y Telefónica— en encontrar fórmulas jurídicas para sacarle la vuelta a estas disposiciones. Esta situación irregular, por decir lo menos, los coloca en una condición de vulnerabilidad permanente ante el poder y los hace proclives a prestarle favores. Favores, como cortarle la cabeza a Carmen. (...)
¿No irá siendo hora de que, sin caer en xenofobias tontas, defendamos lo que dicta la Constitución en materia de la posesión de bienes fundamentales de la nación, como son las concesiones de radio y TV?
Mientras tanto, la iglesia ya se regodea por su triundo al sacar del aire a una de sus principales críticas, y en voz del "vocero" del arzobispado, ese majadero, soberbio, cínico y descarado llamado Hugo Valdemar, declara que “Los medios hacen pasar al clero como un ejército de delincuentes”... O tempora, o mores... (famoso lamento de Cicerón que significa "¡qué tiempos [vivimos], y qué costumbres!)
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